En un país donde el
gobierno ideológicamente socialista y el empresariado capitalista
hacen pulso, la correlación de fuerzas se mantiene más o menos en
equilibrio; tirantes alguna vez hacia la izquierda y otras veces a la
derecha; pero si alguien quiere tener una prueba de lo perverso que
es el capitalismo, que venga a Venezuela y vea. La actual situación
económica por la cual transita nuestro país es la mejor muestra.
Ella revela los mecanismos perversos a los cuales suelen apelar el
capitalismo amoral, con más frecuencia de lo que pudiera pensarse o
entenderse, a fin de lograr su finalidad intrínseca: acrecentar la
ganancia para incrementar el capital. Esa es la naturaleza real del
capitalismo. Y no lo hace de otra manera que manipulando la llamada
“ley económica de la oferta y la demanda”. ¿Cómo lo hace?
Acaparando y acaparando, es decir, reduciendo la oferta. Eso muestra
del capitalismo su verdadera índole: Que solo le es pertinente el
tema económico y nada más. Es absolutamente ajeno al tema social.
Al capitalismo no le importa si el pueblo, si la gente sufre o llora,
o padece hambre o si deja de subsistir, lo que le importa al
capitalismo es lograr su ganancia.
De esa práctica los
venezolanos tenemos bastante historia. Desde siempre, cuando el
capitalista venezolano ha querido ganar más y no ha contado con la
anuencia del gobierno para elevar sus precios, ha jugado entonces a
la escasez. La reducción de la oferta, como se sabe, incrementa la
demanda. Y el alza de la demanda le permite al capitalista elevar los
precios no al nivel realmente necesario, sino al deseado
(especulado); porque la gente está determinada y obligada por la
necesidad a pagar lo que sea para obtener lo que requiere. Así el
capitalista sale ganando y el pueblo sale perdiendo. Dicho de otra
forma: el que recibe más dinero gana y el que recibe menos, pierde.
Es un juego sucio, donde el humilde, el venezolano humilde sale muy
perjudicado, y devela lo tremendamente injusto y desigual del sistema
capitalista.
Si
a todo lo dicho le agregamos el elemento político entonces la
situación se torna más oscura y efervescente, porque el
capitalismo, a sabiendas de que puede manipular la oferta para
alterar el comportamiento de los precios en un periodo dado, comienza
a usarla en contra de sus enemigos creando una situación social que
más temprano que tarde encontrara su punto de quiebre, algo como el
famoso caracazo. A eso es lo que esta jugando ahora el empresariado
venezolano, apoyándose en sus medios de información. El fin último
es sin duda el cambio político, es decir, el cambio de gobierno. El
gobierno favorable a sus intereses. Lo que no tiene claro el
capitalismo venezolano en su cálculo es que toda esa situación
pudiera revertirsele para perderlo todo. Tal es el caso de la casi
extinta RCTV. Deberían verse en ese espejo.
Toda esta situación
pone en claro que el socialismo tiene razón. Perogrullamente se debe
afirmar que el capitalismo no puede asumir ni mucho menos cumplir con
los fines y las necesidades sociales de las que adolece todo país en
vías de desarrollo para lograr la subsistencia, porque ello no entra
en la capa de sus intereses. Se hace evidente una vez más que no es
la finalidad del capitalismo cubrir las necesidades del pueblo, sino
las suyas propias. Y puesto que el capitalismo no puede suplir las
necesidades del pueblo, queda demostrado que el socialismo es
entonces una necesidad inexorable a todas luces, a fin de que el
pueblo pueda alcanzar su bienestar. De manera que si alguien se
preguntaba ¿Por qué socialismo? He allí la respuesta.