Casi nadie parece saber de o
recordar a William J. Bratton. Este personaje, tan oscuro como
escurridizo, fue asesor de seguridad ciudadana de Alfredo Peña en
los tiempos en que fue Alcalde Mayor de Caracas (2001–2002).
También ha sido asesor en otros países de Latinoamérica. Según
informaciones de la prensa de su país es promotor de la filosofía
de “tolerancia cero”, una tesis fascista preconiza la violencia,
sobre todo contra los de menos recursos, latinos y afrodecendientes,
como medio y forma de combatir la delincuencia.
En Caracas, en el año 2002
participo a través de su empresa “The Bratton Group” en una
campaña seguridad de Alfredo Peña llamada “Plomo al Hampa” (que
extrañamente fue financiada inicialmente por empresarios
venezolanos), recorriendo los cielos caraqueños en helicóptero
acompañado del para entonces comisario Iván Simonovis, miembro del
otrora “CTPJ” y jefe de seguridad ciudadana de Alfredo Peña.
Todos los funcionarios policiales de la extinta Policía
Metropolitana que participaban activamente en la campaña “Plomo al
Hampa” se vieron involucrados en los hechos violentos y fatales en
los alrededores del puente Llaguno. Todos los policías, entre ellos
Lázaro Forero y Henry Vivas, jefes para entonces de la PM, fueron
procesados por ante los tribunales, fueron hallados culpables y
condenados a la cárcel por su participación directa en tales
hechos. Pero Bratton y Peña huyeron a Miami. Peña se encuentra
solicitada por Interpol.
Tiempo después, el mismo presidente
Chávez revelo información de inteligencia que referían que Bratton
había venido a Venezuela traído por los grupos violentos de la
oposición para planificar el golpe de estado y entrenar a la Policía
Metropolitana y las policías municipales en el uso de las armas
largas (de uso restrictivo solo a las FANB) a fin de que actuaran
como grupos de choque en el golpe.
El hecho más reciente en el que se
ha vuelto involucrado nuevamente Bill Bratton fue en la persecución
y muerte de unos de sus funcionarios llamado Christofher Dorner (ex
miembros de las fuerzas especiales de EEUU), tras haberle acusado de
unos hechos dudosos. “Quemen a ese hijo de puta de mierda” habría ordenado
a sus funcionarios, lo que efectivamente hicieron en una cabaña de
madera en una fría región de California.
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